A poco menos de tres horas para la salida, la suerte está echada. Mientras junto estas letras, tomo el último desayuno antes de la batalla: platano, tazón de cereales y barrita de hidratos. Sólo queda tomar algo más de líquido, rebozarme en vaselina, vestirme, esperar a que llegue Oscar y bajar juntos trotando por la calle Serrano rumbo a Cibeles, para encontrarme allí con algunos amigos. Filípides, vela por nosotros. Amén.
Que tengas mucha suerte y que se cumplan con creces tus expectativas; ya nos contarás.
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